Los Mandamientos, camino del amor auténtico
"Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte. Si amas a tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivirás y te multiplicarás" (Deuteronomio 30, 15-16)
El pensamiento de la sociedad actual nos propone una libertad desvinculada de la obediencia de los mandamientos y el seguimiento del amor de su Creador. Propone una vida ajena a los valores, de reglas, de normas objetivas, y que invita a rechazar todo lo que suponga un límite a los deseos del tener, el placer y el poder momentáneos y temporales.
Sin embargo, este tipo de propuesta, en lugar de conducir a una verdadera libertad, lleva a la persona a convertirse en esclava de sí misma, de sus deseos inmediatos, el desenfreno y las seducciones del mundo, haciéndola incapaz de seguir su natural vocación al amor.
Dios nos presenta los mandamientos para que podamos encontrar el camino del amor auténtico. Porque los mandamientos no limitan la felicidad, sino que indican cómo encontrarla; porque Dios como Padre que es, nos quiere educar en la verdadera libertad, porque quiere construir con nosotros un reino de amor, de justicia y de paz.
Así lo dice El Papa Benedicto XVI en uno de sus mensajes: “Los 10 Mandamientos de la Ley de Dios alientan en las personas la vivencia de la verdadera libertad y el verdadero amor para así alcanzar la auténtica felicidad”
"Son un signo del amor de Dios Padre; de su deseo de enseñarnos el correcto discernimiento entre el bien y del mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo justo y lo injusto. Cuando en su existencia, el ser humano ignora los mandamientos, no sólo se aleja de Dios y abandona la alianza con El: también se aleja de la vida y de la felicidad duradera".
Sin embargo, el ser humano ha dejado de escuchar a Dios porque cree que vivir bajo estos lineamientos constituye una violación de su “libertad”, considera a los mandamientos como algo negativo, como prohibiciones. El hombre y mujer de este tiempo, por su arrogancia, no quiere que nadie, ni siquiera Dios, le “prohíba” nada y “Creyéndose sabios se volvieron tontos” (Romanos 1, 21-22)
Cuando una persona habla de que existe el pecado, se le califica de "anticuado", "intolerante", "rígido", "inflexible" y "falto de humanidad". Un joven que se mantiene casto es acusado de reprimido o poco hombre… Esta actitud es producto de una cultura que ha perdido contacto con la realidad.
La poderosa influencia de un mundo consumista e inmediatista, en donde todo cambia rápidamente sobre nuestra forma de ver las cosas, ha hecho que la humanidad en su gran mayoría guiada por el pensamiento de oscuridad que satanás ha puesto en su mente y corazón, haya puesto en lugar de Dios todo aquello que lo aleja de Él y por eso le disgusta la intervención divina. Se presenta la mentira como si fuese verdad.
Por todo esto, se hace necesario y hasta urgente la defensa de los valores de los mandamientos desde la familia; que desde la iglesia doméstica se vuelva a escuchar la voz de Dios, el manual de instrucciones, La Santa Biblia y que guiados por el Espíritu Santo encontremos el amor que nos volverá a camino de la salvación.
Los mandamientos no son arbitrarios: "Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh.» Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras.» Las dos tablas con la Ley fueron depositadas en el "Arca de la Alianza" (Éxodo 24,6-8)
Los mandamientos se entienden y estiman cuando los vemos en el contexto de la alianza de amor de Dios con los hombres. Son inmutables, siempre vigentes y camino seguro de vida y relación con Dios. "enuncian las exigencias del amor a Dios y al prójimo". Los tres primeros se refieren al amor a Dios y los otros 7 se refieren más al amor al prójimo.
Cuando rechazamos los mandamientos rechazamos libremente el amor. Los mandamientos no quitan la libertad. Somos libres para aceptarlos o rechazarlos. Nuestro libre albedrio nos hace entonces encontrar el camino del amor autentico al obedecer la ley de Dios o ser como paja llevada por el viento que se pierde en el pecado del mundo. (cf Salmo 1)
Oración
Gracias Señor por tu amor y gracias por dejarme indicado con tus mandamientos el camino que debo seguir para agradarte y para llegar al cielo que me tienes preparado.
Ayúdame a poner amor en todo lo que hago incluso en las cosas más pequeñas de cada día junto a mi familia y los que me rodean.
Señor quiero siempre cumplir tus mandamientos para permanecer en tu amor que es fuente del verdadero gozo. Amén
Por Eduardo Bayas, voluntario de Radio María Ecuador.