Un nuevo Papa

Mensaje del cardenal Luis Gerardo Cabrera, ofm.

Un nuevo Papa

Dentro de pocos días, con la asistencia del Espiritu Santo, elegiremos al nuevo Papa de la Iglesia Católica. Con el fin de prepararnos en oración, les comparto esta breve reflexión.

1. Jesús y Pedro

Pedro, el discípulo fuerte, intrépido, casi temerario, se quiebra y deja aparecer su debilidad; se declara pecador ante la grandeza del Señor; es recriminado por Jesús por no pensar como Dios, sino como los hombres al tratar de disuadirlo para que abandone su proyecto de servicio a los pequeños; se acobarda y le niega por tres veces, pero reconoce su culpa y vuelve al Señor. (cfr. Lc 22, 31-32; Jn 21, 15-19).

Jesús es fiel a sus promesas, no le quita su amor ni su confianza. Le promete orar para que satanás no le zarandee y vaya a confirmar en la fe a sus hermanos; por tres veces, le pregunta si le ama y le encomienda el servicio de apacentar a sus corderos y ovejas, como también le garantiza que el poder del infierno no prevalecerá sobre su iglesia (cfr. Jn 14, 26; Mt 16, 18).

Además, promete a todos sus discípulos enviar al Espíritu Santo, al Paráclito, para que les enseñe, les recuerde y les guíe hasta la plenitud de la verdad (cfr. Jn 14, 26). Él dirá cuál es la misión de Jesús y de su iglesia: anunciar el evangelio a los pobres, liberar a los cautivos, dar vista a los ciegos y proclamar el año de gracia (cfr Lc 4, 18-21)

La fidelidad de Jesús es más grande que la debilidad de Pedro y de toda la Iglesia.

2. Iglesia e historia.

La Iglesia católica tiene un rico patrimonio espiritual y doctrinal, consignado en la tradición y en el magisterio conciliar y pontificio, como también sistematizado por grandes místicos, teólogos, profetas y pastores de cada época.

Más de dos mil años de historia de fidelidad de Jesús y debilidad humana, de gracia y pecado. Más de dos mil años también de respuestas generosas, valientes y apasionadas a la llamada del Señor para estar con él y ser enviados (cfr. Mc 3, 13-19); respuestas de pléyades de santos y santas, conocidos o silenciosos, de todas las vocaciones específicas, que han marcado la historia con su vida y palabra; santos y santas que tuvieron la creatividad, la audacia y la pasión de vivir el Evangelio, como dice San Francisco de Asís, sin glosa, sin interpretaciones acomodadas a las conveniencias.

El Evangelio de gracia y salvación, que ilumina la mente, que cuestiona la vida, que libera y sana el corazón de toda forma de codicia y afán de dominio y le transforma para que sea capaz de compartir y servir como Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar la vida por los demás (cfr. Mt 20, 28)

El Evangelio del amor y libertad, vivido y contado en lo cotidiano, en cada palabra de aliento y esperanza, en cada gesto de cercanía, de compasión y solidaridad, como el buen samaritano (cfr. Lc 10, 25-37)

El Evangelio de justicia y paz, que se hace carne o vida en cada momento histórico, en cada persona que se convierte y cree en él. Una Buena Noticia, como muchas veces ha señalado el Papa Francisco, que nos compromete a superar la tercera guerra mundial en fragmentos, la polarización ideológica entre buenos y malos, el miedo al otro por ser diferente, la destrucción de la casa común y la lucha de potencias por la hegemonía mundial.

El Evangelio de la reconciliación y perdón, que nos desinstala y nos pone en camino, en una actitud sinodal, para ofrecer su propuesta de ser hijos de Dios y no esclavos, hermanos y no rivales, servidores y no patrones, administradores y no propietarios, protagonistas y no víctimas. Una propuesta que nos desafía a ser signos de esperanza en un mundo despedazado por estos males.

El Evangelio de misericordia y verdad, proclamado por una iglesia en comunión, participación y misión; una iglesia sinodal, que escucha, discierne y decide sobre los modos y medios más adecuados para que sea conocido, vivido y anunciado en cada circunstancia histórica. Se de encontrar una pedagogía y un lenguaje que lleguen a la mente, al corazón, a la voluntad, a todas las dimensiones del ser humano.

He aquí algunas tareas del nuevo Papa, que surgen de su fidelidad a Cristo, a la iglesia y a la historia, especialmente de los pequeños, de los pobres, de los frágiles y pecadores, como indican, de un modo especial, el Concilio Vaticano II y las exhortaciones y encíclicas apostólicas de los Papas. Un pastor cercano a Dios y a su pueblo. Un Papa auténtico, “original, no una copia”, como decía el próximo Santo Carlos Acutis.

Que María, la sierva del Señor, nos acompañe en esta tarea de elegir al nuevo Papa según el corazón del Buen Pastor.

Roma, 27 de abril 2025

Card. Luis Cabrera Herrera, ofm.

  

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