Carta abierta de accion de gracias
Amada Familia de Radio María, la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, sea siempre con nosotros.
Con la bendición de Dios, celebramos el Aniversario Vigésimo Séptimo de la Misión Bendita de Radio María en Ecuador.
¿Cómo expresar nuestra Plegaria de Acción de Gracias a toda la Familia de Radio María: Audiencia, Voluntarios, Benefactores, Colaboradores y Personal de las diferentes áreas?
Permítanme unas reflexiones al respecto de nuestras efemérides.
Comienzo con una breve historia...
Había una vez dos ángeles enviados del cielo a la tierra, cada uno con una canasta. Viajaron por todo el planeta: a hogares, iglesias, centros educativos, campos deportivos, empresas...
Luego regresaron al cielo con lo que cada uno recogió en su canasta.
La canasta de uno de los ángeles estaba pesada y rebosante; la canasta del otro ángel estaba muy liviana y casi vacía.
El ángel de la carga liviana le preguntó al ángel de la carga grande: “¿Qué tienes en tu canasta?”
Él respondió: “Me enviaron a recoger las oraciones de petición de todas las personas que decían: "Quiero esto" y, "por favor, dame aquello".
Pero bueno, tu canasta me parece bastante vacía, dijo el otro ángel.
¿Qué te enviaron a traer? El ángel con la carga más vacía respondió: “Fui enviado a recoger sus oraciones de acción de gracias”.
Amada familia, la gratitud es una de las mayores medicinas espirituales de todos los tiempos; es un remedio para muchos problemas espirituales; es uno de los antídotos más poderosos contra la lástima de sí mismo, la envidia, el resentimiento, y la soberbia.
Nada frustra más al enemigo que un ser humano agradecido a Dios y a su prójimo.
Hay tres pasos básicos para la gratitud:
Primero, reconocemos que hemos recibido algo. A continuación, decimos las palabras; es decir, nos tomamos el tiempo para decir: “Gracias”. Finalmente, hacemos nuestra parte, ya sea devolviendo el favor o pagándolo adelantado.
Nos acercamos a los demás con acciones que expresan amor y gratitud. La gratitud no es sólo un sentimiento espontáneo que nos invade, sino una elección que hacemos y un acto de voluntad de reconocer. Elegimos estar agradecidos, no nacemos agradecidos. Tenemos que aprenderlo. Por eso, los padres tienen que enseñar a sus hijos, recordándoles constantemente que deben decir “gracias”. No basta con expresar gratitud sólo el día que recibimos algo; sino que debería suceder todo el año. El arte de la gratitud es un buen hábito que debemos practicar para que se convierta en virtud. Una virtud es una parte estable de nuestro carácter, una parte duradera de quiénes somos, una disposición continua de nuestra vida.
¿Cómo podemos crecer en nuestra actitud de gratitud? Algunos ejemplos de hábitos y actos de gratitud; cuanto más los practiquemos, más se arraigará en nosotros la virtud de la gratitud:
1. Cuando te levantes por la mañana, agradece a Dios por un día más de vida. Luego, al final del mismo, repasa el día, y dale las gracias por todos los regalos recibidos.
2. Reconoce los regalos maravillosos de Dios, regocíjate en los dones de los demás, y reconoce con humildad tus propios dones personales.
3. Agradece a tus padres. Pese a las imperfecciones que pudieran tener, a través de ellos, Dios te hizo el precioso regalo de la vida.
4. Agradece la comida que tienes en la mesa. Gracias a Dios que no pasas hambre, en este tiempo que muchos la padecen.
5. Cada vez que bebas un simple vaso de agua, te bañas, o te laves las manos, agradece a Dios por el regalo del agua limpia y saludable. A veces nos quejamos de la calidad del agua, pero una mayoría en el mundo no tiene acceso a un suministro del líquido vital.
6. Cuando participes en algún juego o competencia y no ganes, dale gracias a Dios por la oportunidad de crecer en humildad; que la única vez que mires desde arriba a los demás, que sea para ayudarles a levantarse.
7. Cuando vean una persona que trabaja en seguridad, agradezca porque ellos toman el riesgo, todos los días, para mantener nuestra sociedad segura y protegida.
8. Cuando estés en Misa o en un espacio cualquiera y escuches a un bebé llorar, agradece que sus padres aceptaron el precioso regalo de una nueva vida. Los niños son nuestro futuro y sus Ángeles ven de continuo el rostro de Dios.
9. Practicar el hábito de la cortesía, escriba notas de agradecimiento a los demás o exprese de viva voz su gratitud.
10. Cuando te enfrentes a tu propia debilidad, límites, y falta de capacidad personal, ora en acción de gracias a Dios con la idea expresada por San Pablo en 2 Corintios 12,5-10: “Cuando me siento débil, me cubre la fuerza de Cristo.”
11. Dale gracias a Dios por los obstáculos que debes superar en el camino de tu vida, porque te hacen más fuerte. Santiago dice: “Hermanos, estimen como la mayor felicidad el tener que soportar diversas pruebas. Ya saben que, al ser probada nuestra fe, aprendemos a ser constantes” (Santiago 1,2-4)
12. En las ocasiones en las que sufras sin merecerlo, o pases por cualquier tipo de dificultad, agradece el privilegio de compartir las aflicciones de Nuestro Señor Jesús. La cruz que llevas te acerca a él. Cuando unes tus sufrimientos a los de él, participas de manera pequeña y humilde en su sacrificio redentor. San Pablo dice: “Ahora me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24)
Son sólo algunos ejemplos de las muchas maneras en que podemos expresar acción de gracias.
San Pablo escribe: “Y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos” (1 Tes 5,18)
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “Todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias” (núm. 2638)
La gratitud, la capacidad de dar gracias, nos hace apreciar la presencia en nuestra vida del Dios que es amor y reconocer la importancia de los demás, superando la insatisfacción y la indiferencia que desfiguran nuestro corazón. Es fundamental saber decir "gracias". No olvidemos esta palabra y actitud clave en nuestras vidas. La mayor oración de gratitud en el mundo es la Santa Misa. En la primera Misa, cuando Jesús celebraba la Última Cena con sus apóstoles, “dio gracias” con el pan y el vino (Lc 22,7-20) En ese texto bíblico, el verbo griego para dar gracias es eucharistein. De ahí proviene la palabra “Eucaristía”, que, literalmente significa “acción de gracias”. La Misa es una gran oración de gratitud. Individual y colectivamente damos alabanzas y gracias a Dios Padre por su acción salvadora a través de Jesucristo.
Señalo algunos momentos clave de la Misa en los que expresamos gracias a Dios.
1° Después de la proclamación de las lecturas de las Escrituras, respondemos: “Te alabamos, Señor”.
2° Al comienzo de la Plegaria Eucarística, en el Diálogo del Prefacio, decimos: “Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario”.
3° Después de recibir la Comunión, nos arrodillamos y damos gracias a Dios por lo que hemos recibido.
4° Al final de la Misa decimos: “Demos gracias a Dios”. No agradecemos que la Misa haya terminado, sino más bien, damos gracias por lo que Dios ha hecho por nosotros.
5° Después del canto final, y antes de salir de la Iglesia, es una buena práctica arrodillarnos para una pequeña oración personal de acción de gracias.
En la celebración de la Santa Eucaristía con motivo de nuestro aniversario Vigésimo Séptimo, en el Avivamiento Eucarístico, buscamos vivir más plenamente como pueblo eucarístico; esto incluye vivir la virtud de la gratitud como un hábito continuo de nuestro corazón. San Pablo expresa esto bellamente en Colosenses 3,15-17: “Sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en ustedes con todas sus riquezas, … con el corazon agradecido, canten a Dios salmos, himnos y alabanzas espontáneas. Y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Hoy como familia de Radio María, les invito a presentar una canasta llena y pesada con toda la gratitud que brota de nuestro corazón.
Amado Dios:
El Salmo 144 es una oración de agradecimiento: “Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores”. Todo lo recibimos de tus manos generosas de Padre.
A veces, podemos olvidar que: “¡La ingratitud genera violencia, mientras que un simple “gracias” puede restablecer la paz!”
Señor, Tú que vistes al cielo de azul, posees la hermosa creación y todo cuanto hay en la tierra te pertenece.
Tú eres el dueño de mi vida, cuerpo, mente, alma y espíritu.
En cada pensamiento habitas siempre, no existe nada que pueda darte.
Quiero ofrecerte un tiempo, donde juntos, podamos conversar y tu corazón inundado salte de alegría.
Quiero alabarte por siempre, no importa cuál sea mi situación.
Hacer el bien a todo el que pueda, porque ayudándolos, agrego gozo a tu corazón.
Mis manos son tuyas, haz lo que quieras con ellas.
Que mis pies caminen por la senda que tú señales y dirijas.
Te entrego mis lágrimas, no de sufrimiento, sino de gratitud y esperanza.
Mi fe está en ti, eres mi único y absoluto Salvador.
Por más que yo quiera o intente expresarla, nunca alcanzarán las palabras.
Gracias por todo lo que has hecho y dado por nosotros.
Por bendecirnos continuamente, por hacer que nuestro pecho salte al ritmo de tu corazón.
Eres la puerta y, también la llave.
Somos amados por ti.
En la Misa de acción de gracias, además de decirle a Dios: “gracias por todo”; también les decimos a ustedes: gracias por su apoyo y actitudes de servicio, humildad y amor para con esta obra; por esa alegría que muchas veces, sin conocernos físicamente, recibimos de cada uno. Gracias por ese apoyo. Gracias a mis hermanos sacerdotes, religiosas y laicos en general, por responder con generosidad no sólo a la llamada del Señor y de la Virgen, sino por todo el servicio para hacernos presentes, para que hagamos presente a Cristo, ahí donde se nos ha puesto. Gracias por todo su empeño y servicio. Esa misión llena de humildad para acercar a Cristo, para transmitir a Cristo de diversas maneras: ya desde la Administración, ya desde la Programación, ya desde la Difusión, ya desde las Redes Sociales, ya desde la parte Técnica o desde los servicios más pequeños... muchas veces, con el ejemplo, con ser el último, el primero en servir, pero el último en todo. Servimos y formamos juntos a un pueblo, para vivir como lo que somos: hijos de Dios, una familia de Dios. Gracias porque han tenido esa prontitud por llevar la alegría de Cristo a las almas, ahí donde Dios nos ha puesto.
En Radio María, estamos llamados a ser apóstoles de la alegría y custodiamos un tesoro, el tesoro de Dios en vasijas de barro, 2 Corintios 4,7.
Termino recordando que, 'sin vida interior, sin formación, no hay verdadero apostolado ni obras…”. Y para esa labor, la labor que ustedes como voluntarios, benefactores, colaboradores y audiencia de Fundación Radio María, y cada uno de nosotros como receptores y, luego transmisores del mensaje de Cristo a todas las almas, estamos llamados a tener vida interior. Avanzamos con nuevos retos y expectativas, tomados de la mano de la Virgen Santísima, porque con Ella será todo más fácil.
Con mi Oración y Bendición.
P. Marco Bayas O. CM